lunes, 11 de julio de 2011

Dos lunas,


Por Facundo Rocha.
Era de noche, me desperté en una casa abandonada, no recuerdo como fui encerrado allí, pero sabía que no estaba sólo.
Miré por una ventana, y vi cadenas alrededor mío, dos lunas y en la ventana, escrito por la suciedad, se distinguía la palabra “vampiro”.
Me quedé mirando a las dos lunas, tenían algo que resultaban magnéticas a mi mirada, su resplandor incluso…su olor.
Olía la luna, olía mi alrededor, ahora empiezo a comprender, las lunas, la cadena, el olor y sobretodo, mis ansias de sangre, tengo muchas ganas de beber sangre, pero me resisto en el último segundo y me pongo las cadenas alrededor de mi cuerpo, y de mi cuello.
Pasan las horas, y empiezo a experimentar un cambio, mi piel, morena, se vuelve blanca como la nieve, mis dientes, se vuelven colmillos, mis manos, garras y mis ojos, del color de lo que más ansío, la sangre.
Intento liberarme de las cadenas, sin conservar apenas mi lado humano, ¿Cómo puedo haberme convertido en tal monstruo?
Al ver que no puedo liberarme, mi razón me dice que espere quieto, que ya ha de llegar el día, y que mi condición vampírica moriría, al igual que yo al ser tocado por el primer rayo del alba.
Oigo que la puerta de la casa es forzada, y una muchacha de ojos grises entra en la habitación.
Ahoga un grito de miedo al verme atado, la miro y sonrío, si ahora no estuviese atado, me bebería su sangre.
Me habla, intento escuchar lo que dice, pero mi instinto exige mi liberación de aquellas condenadas cadenas para morder a la chica.
Mi razón, en ese momento, gana a mi vampirismo, creo que me quedan pocas horas de vida.
La chica me habla, ahora entiendo, dice que soy un humano, que hasta ayer era su mejor amigo y que quiere ayudarme, simplemente, sin pronunciar palabra sonrío y miro a la ventana, ella al ver mi gesto se tapa la boca con las manos y empieza a llorar, sabe que moriré al llegar la mañana.
Intenta dedicarme unas palabras de aliento, me dice que no me rinda, que este a su lado durante toda la vida. Irónico, ¿no? Apenas me quedan algunos minutos de vida y ella intenta convencerme que estaré vivo.
Al final sólo me salen unas pocas palabras, le digo que se vaya, que acabaría haciéndole daño, al llegar la mañana moriré y no puede hacer nada, le doy las gracias y en el último momento intento darle un mordisco, pero al estar atado me es imposible.
La chica para de llorar, y poniendo cara decidida se encara a mí, se acerca y me acaricia la cara.
Sonrío, pero no puedo evitar el caer de mis lágrimas, ¿En serio voy a morir delante de ella?
Aunque no lo sepa, ella es mi amor, pero aquella monstruosidad me estaba consumiendo, y lo peor de todo es que sabía que ni ella, ni yo podíamos hacer nada.
Yo me sentía criatura de la noche, y tenía decidido morir con el primer rayo de luz, para no poder hacer daño a aquella chica que tanto me importa.
El alba empieza a asomarse y la razón recupera el control de mi cuerpo, le pido que me desate, que debo cumplir con una promesa.
Me pregunta en qué consiste la promesa, mientras me libera, yo simplemente le digo que me juré a mi mismo que nunca le haría daño, y que siempre la he amado.
Abro la puerta, y su pelo plateado se balancea por el viento matutino, unas lágrimas caen por mis blancas mejillas, sin poder hacer ningún ruido mis labios gritan que la amo.
He sido tan estúpido que hasta que no me he visto en una situación así no he podido decirle mis sentimientos, aunque no pueda disfrutarlo, espero que ella sí que pueda disfrutar de su vida.
Raro, hace un momento sólo pensaba en chupar su sangre y ahora mismo, me lamento por no poder estar más a su lado, y es que la agonía que siento es muy grande, y sí, puedo ser un cobarde por no afrontar la situación, pero dando un gran paso, y viendo como una lágrima salía de sus ojos grises, un rayo de sol bañó mi cuerpo, y como si nunca hubiera existido, desaparecí.

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