La esquina del encuentro

por Camila San Martín

La historia comienza una mañana de frío cuando Elena sale de su casa como todos los días a encontrarse con Rocío para ir al colegio, la familia de Elena tiene mucho dinero por lo cual estaban custodiados.

Son exactamente las siete menos veinte de la mañana cuando Elena sale de su hogar . La neblina no deja ver a lo lejos, el frío mojaba el rostro de la adolescente. Entonces, de la garita la miro a la joven llegar donde estaba su amiga cotidianamente, ya que vivían a solo dos cuadras de diferencia y se encuentran en “la esquina del farol”.

La neblina hace poner mis ojos llorosos, cuando veo una luz potente de una camioneta. A toda velocidad frena, baja un hombre con sobretodo, la luz hizo que no pudiera distinguir el color e hizo que me quede ciego por unos segundos, cuando le tapa la boca a la adolescente y entre forcejeos logra entrarla a la camioneta. No logre llegar antes, ya llevaron a la pequeña y nada puedo hacer, en este momento solo pienso en esa humilde niña, no tan niña como era hace unos años.

Cuando comencé a trabajar con la familia Will, me encargaba al principio de manejar las cámaras de control, pero poco a poco me fui encariñando con la pequeña y pase a ser parte casi de su familia. Comencé a cuidarla, ibamos a pasear, la llevaba a natación, íbamos al cine en fin era como la hija que nunca pude tener.

Tildado sin darme cuenta de lo que pasa, logro comunicarme después de unos minutos con la oficina de Blatt, mi jefe, el padre de Elena. Llego al sitio donde arrebataron a Elena y luego de ver el auto donde la habían raptado, rápidamente llamo a la policía que ya estaba al tanto de lo ocurrido.

Persiguen el auto sospechoso, el mismo frena y cuando llego a la esquina donde estaba mi garita. Veo a Elena, la abrazo, y en ese momento sentí que volvió la felicidad que había perdido, pero interrumpió ese momento un disparo de parte de los raptores pegándole al farol, rompiendo el foco y se apaga la luz. Allí quedamos con Elena bajo la oscuridad petrificados de miedo pero a la vez llenos de felicidad.