miércoles, 22 de junio de 2011

Lo menos pensado.


por Camila Ibáñez

Estábamos aproximadamente a unos ciento y pico de metros de nuestro lugar de trabajo en el departamento de investigaciones de la ciudad. Eran alrededor de las once de la mañana, un día nublado, gris.

Con Luciana, mi compañera de oficina y mejor amiga, aparte de ser la persona con la que convivo hace unos años, ya que mi familia vive en las afueras, íbamos como todas las mañanas a cumplir con nuestro deber.

En eso, escuchamos un estallido y todo voló como si fuese un pequeño juguetito de bebe,. Bajamos enseguida del vehículo y nos dirigimos hacia donde habíamos escuchado la explosión. Nunca nos hubiéramos imaginado lo que vimos; gente sin vida, herida, niños corriendo en busca de sus madres, personas tiradas, aplastadas por enormes bloques de cemento. Había explotado el departamento de investigaciones, todas esas personas eran amigos y compañeros. De inmediato atinamos a ayudar con lo que pudiéramos, y claro lo que nos permitieron. Pero todo estaba destrozado, ya no quedaba nada de nada.

Luciana y yo quedamos totalmente traumadas después del hecho, pero no íbamos a dejar pasar asi como si nada semejante atrocidad, necesitábamos averiguar quién había cometido tal masacre. ¿Pero cómo? Estábamos solas, y las autoridades no harían nada para ayudarnos.

Fue asi que conduje hasta el lugar donde había pasado todo y comencé a examinar todo muy detalladamente. Por supuesto que fue difícil encontrar lo que podía ser una pista que me ayudara a llegar al autor de los asesinatos, pero lo logramos, y nos sirvieron mucho.

Cualquier persona que iba a asesinar tanta gente como la que asesinó, colocaría la bomba por lo menos con un par de guantes para evitar dejar huellas digitales, pero este individuo no, asi que no fue difícil saber quién era, la tarea más dura fue creerlo, asimilarlo, porque si bien teníamos conocimientos y habíamos manejado ya situaciones similares, nunca nos hubiéramos imaginado el resultado de la investigación.

Dimos con el asesino, era Cristian, el conserje del edificio, un tipo solitario, frío, taciturno. Al parecer había sido contratado ya hacía unos diez años y nunca había sido ascendido de su puesto.

Lo que más nos sorprendió de su historia al investigarlo fue que no solo era el conserje del edificio, sino que también era el sobrino de nuestro jefe, pero nadie lo sabía.

¿Acaso este se avergonzaba del sobrino que le había tocado, y por eso lo ocultaba? ¿Por qué tomo Cristian la decisión de terminar con todo de esta manera? Eran muchas las preguntas que no tenían respuesta, y lo cierto es que jamás las tendrían, ¿Por qué? Porque en el afán de acabar con todo, Cristian había perdido su vida también.

¿Sería esta su intención, o su plan había fallado? No lo sabemos, nunca lo sabremos.

1 comentario:

Camila, Valeria,Sol dijo...

Quizá repetis mucho las palabras,y la estructura o narracion del cuento no esta muy clara.