jueves, 16 de junio de 2011

Tan sola


por María Sol Scaglia.

Tenía clase a las ocho en la facultad de medicina, pasó a buscar el diario para ver las primicias del torneo de fúbol, como buen platense era de Estudiantes, se notaba la felicidad en su cara cuando leyó que Gimnasia estaba en el descenso directo. Yo lo miraba desde la ventana del departamento, no había amanecido y la luz del farol le alumbraba la cara; ya había crecido mi nietito preferido.

Los padres de Carlitos fallecieron cuando el tenia cinco años, en un accidente. Desde entonces me hice cargo de él y en estos años traté de darle lo mejor, por eso me enorgullecía de sus logros, estaba en el tercer año de la carrera y jamás desaprobo una materia. Se esforzaba mucho, el me decia que de alguna forma debia retribuirme todo lo que yo había hecho por el, lo que no sabía era que yo me conformaba con verlo todas las mañanas tomar el café con leche.

Llego a las seis y media de vuelta a casa, contento, habia aprobado anatomía, lo felicité y le regalé doscientos pesos, él nunca pedía nada pero yo sabía que salía y no tenia plata. Cada vez que salía, yo, rezaba diez veces el rosario, no dormia en toda la noche y por supuesto, me imaginaba las peores cosas, traté de calmarme esa noche. Ya que me dijo que salía en auto con un amigo.

Eran las diez y media y no lo pasaban a buscar, me acosté y me dormí profundamente. Antes de acostarme le di un beso y le dije que se cuide mucho, …”siempre lo mismo abuela” me dijo.

A las doce me despertó el bocinazo de su amigo, seguí con la mirada el auto hasta que lo perdí de vista. Carli estaba hermoso, con un jean y una camisa que le habia regalado Sofi (su ex novia), me dió tanta pena cuando se pelearon, ella era divina, y se llevaban bárbaro, pero… vaya a saber Dios que fue lo que pasó.

A las cinco de la mañana sonó el teléfono, salté de la cama, me llamaban del hospital de San Isidro, de Capital.

_. Buenas noches, ¿Estamos hablando con Juana Castro?

_. Si si, ¿Que pasó?

_. ¿Usted es familiar de Carlos Rodriguez?

_. Si señorita ¿Qué pasó?...

No podía dejar de llorar cuando me dijeron que, Carlitos habia fallecido. Le pedí por favor a Juan, mi vecino que me lleve de inmediato al hospital.

Nunca me podria haber imaginado lo que ocurrió, en el auto iban cuatro amigos, sobrevivió el que estaba sentado al lado de Carlos, él me conto que estaban yendo a un boliche de San Isidro. En la autopista no había mucho tránsito, y el velocímetro marcó doscientos veinte kilómetros. Pero desgraciadamente, algo se cruzó, no llegaron a frenar, el auto patinó, dio unas vueltas y chocó contra un palo de luz.

En el momento que chocaron contra el palo, se apagó la luz de mi vida. Hoy no tengo razones para vivir, sólo recordar, y pensar las cosas que podría haber hecho para evitar el accidente.

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