lunes, 11 de julio de 2011

El misterio de la luna.


Por Germán Martinó.
En una noche de verano, mientas estaba de campamento jugando a las cartas con un amigo, escuchamos un fuerte estruendo. Pensamos q era un avión, porque estábamos en la rutas de aviones entre Misiones y Bolivia , pero grande fue nuestra sorpresa cuando salimos y vimos el cielo rojizo y nublado con grandes nubes negras,.
Avisamos a todos en el campamento pensando que se avecinaba una gran tormenta, para que todos estén preparados. Pero los minutos pasaron y nada ocurrió.
Solo se escuchaba el silencio. Los animales corrían hacia las alturas. El profesor avisó en un susurro, que algo malo iba a pasar y nos explicó que los animales corren cuando algo malo va a pasar.
Nadie levantaba la vos, tenias miedo que el menor ruido no nos dejara oír alguna señal de algo que iba a suceder. A las horas de no haber pasado nada y el cielo volver a su color normal nos fuimos a dormir.
Cuando estábamos durmiendo escuchamos el segundo estallido; al salir disparados de las carpas vimos que había mucha luz.
Un compañero miro hacia el este y vio la luna grande y blanca, y otro la vio en el oeste menguante y roja (todo lo contrario).
Nadie sabía lo q había ocurrido y de la desesperación el profesor nos subió a la camioneta a todos y nos llevó a la ciudad. Al llegar a mi casa mi madre me abrazó con alegría al saber que estaba bien. Y le pregunté por qué había dos lunas en el cielo, me respondió que no sabía. Dijo que iba a intentar averiguarlo al día siguiente.
No conformes con la respuesta de mi mamá, cuando ella se durmió, fuimos con mis hermanos a investigar por la ciudad lo sucedido.
Grande fue nuestra sorpresa al llegar a la casa más alejada. A esa q nadie quiere ir, a la del científico loco, el personaje de la ciudad, y ver que por un agujero del techo salía una luz alumbrando el cielo.
Al acercarnos a la ventana vimos un gran reflector q iluminaba el cielo, y de repente alguien nos toco el hombro. Era el científico. Todos salimos corriendo, a mi hermano más chico lo agarró.
Nos quedamos pensando…, decidimos entrar a la casa. Tomamos piedras y palos y entramos por una ventana.
Y grande fue nuestra sorpresa al ver a mi hermano jugando con el científico. Nos invitó a jugar con ellos, antes nos dijo que lo ayudáramos a apagar su máquina la que se le había averiado.
Cuando fuimos a casa y le contamos a mamá, se sorprendió, pasado un tiempo ella se convirtió en una buena amiga del científico.
A los dos le interesa la ciencia. Contó a todo el pueblo que el científico era buena persona y no le temieran.

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